Y el problema está en que no importa lo que merezca la pena la otra persona, lo gilipollas que sea o los litros de lágrimas que te haga derramar, no importa porque los sentimientos no lo entienden, inexplicablemente nuestro corazón se enamora y entonces deja de pertenecernos, nos hace hacer mil tonterías por segundo, sonreir de forma estúpida. Y da igual las veces que te hagas un plan a seguir, que te propongas que le olvidarás, que esta vez no.... Porque cuando sus ojos te atraviese tres segundos seguido te darás cuenta de que todos tus planes se han desbaratado, que no entiendes nada, pero tampoco te importa y te entra una alegría tonta que sólo él sabe provocar.

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